La mala calidad del aire en las principales ciudades del país, con Bogotá y Medellín como los casos más graves, plantea retos no solo para los gobiernos locales y nacional, sino para la ciudadanía.
La medidas de emergencia como la extensión del pico y placa a todo el día, la inclusión de las motocicletas en las restricciones y los controles a vehículos de carga deben contar con el respaldo total de quienes nos estamos envenenando con el aire que respiramos.
Es clave que planes de choque como el planteado por la Alcaldía de Medellín, que incluye el financiamiento de 50 mil bicicletas eléctricas, el aumento de las estaciones de carga para movilidad eléctrica y la transformación a gas de las ladrilleras e industrias, tengan el acompañamiento y la participación activa de la ciudadanía.
Los transportadores de carga y los propietarios de vehículos de servicio público no pueden seguir pensando solo en sus resultados económicos y no en la salud de la comunidad de la que son miembros. ¿No respiramos todos el mismo aire?
Con urgencia Bogotá y Medellín están asumiendo los cambios necesarios para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La conversión a gas de los vehículos, la llegada de buses amigables con el medio ambiente a los sistemas de transporte masivo y la siembra de miles de árboles son medidas clave. Pero si como ciudadanos no abandonamos nuestra comodidad y bajamos el uso del carro, si no apostamos por una movilidad sostenible y no construimos consensos en lugar de