Un pequeño grupo de personas puede cambiar el mundo. Así, vemos por todo el mundo pequeñas iniciativas que están generando grandes transformaciones a nivel ambiental y que podrían darnos la clave para reparar el daño que la humanidad le causa al planeta.
En Dinamarca, por ejemplo, hay empresarios que prestan kayak y tablas de surf a cambio de limpiar los ríos por donde navegan. En Sri Lanka transforman el estiércol contaminante del elefante en papel, haciendo una empresa que ayuda a no talar árboles. En Galápagos, ‘Miguicho’, artista urbano, recogió de las calles las colillas de cigarrillos e hizo obras de arte para mantener limpia su isla.
En Madagascar se invita a los turistas a plantar corales, limpiando los océanos como experiencia turística. En Tanzania hacen bloques de adobe para construcción de vivienda a partir del residuo de vidrio molido: una casa resulta de reutilizar 50 mil botellas de vidrio.
En Colombia, Nigeria y otros países hay iniciativas de construcción de vivienda con botellas plásticas llenas de arena.
En Papúa Nueva Guinea, reciclan las latas para hacer arte. En Ecuador recolectan los empaques de cartón, los comprimen y reutilizan como paredes para casas. En Perú, grupos de biólogos y científicos anónimos siembran vegetación, limpian y recuperan pequeños lagos.
Según Nuseir Yassin, blogero que me inspiró a reproducir este mensaje, “muchas personas en el mundo ayudan anónimamente a reparar este planeta”. La invitación es actuar para reparar nuestro planeta.
Gabriel Jaime Rico